viernes, diciembre 03, 2010

Paternidad.

Hace poco más de 10 meses llegó Dante Vittorio y todo cambió.

No me refiero a lo evidente, cómo que un departamento cuidadosamente decorado se convirtió en un ordenado desorden, que incluye cuna, coche (con accesorios que algún día ocuparemos), peluches, pañales, juguetes, y - por sobretodo - ropa y más ropa. 


Tampoco quiero hablar de los cambios en el sueño de los padres primerizos, de las mudas, las papas y todas esas cosas sobre las que ya se ha escrito demasiado, las más de las veces, exageradamente.

Quiero decir que todo cambió de una manera más profunda y definitiva.

La paternidad me llegó bien adulto, a los 36, edad en la que uno algo ha recorrido, en que la vorágine de los veintitantos ya se detuvo y los cambios son cosa del pasado.

Pero Dante llegó y sin pedir permiso empezó a cambiarlo todo.

Una de las primeras cosas que noté fue el nacimiento de una empatía natural y espontánea para con todos los demás padres. Es cómo haber sido iniciado en una fraternidad universal de la que forman parte cada tipo detrás de un coche, cargando un bolso de bebé, con un niño en brazos o de la mano. De repente dejó de parecerme bobo andar con la foto de la guagua como protector de pantalla en el celular, o poner fotos de los niños en el perfil de facebook, conductas que hasta ayer me parecían absurdas y que hoy babosamente comparto.

También cambia la relación con los niños, porque inevitablemente en cada niño uno busca - y encuentra - características del propio, especialmente durante las largas horas del día en que forzosamente tienes que alejarte de él. Y ojo, que hasta hace un tiempo me molestaba profundamente el ruido y la bulla infantil en lugares públicos, como cines o restaurantes, "¡Ni perros ni niños, por favor!", era una de mis frases favoritas. Hoy no sólo las tolero, sino que las más de las veces hasta me causan gracia.

Pero sigamos.

Otro punto que se mueve es la relación con el propio padre. El sólo imaginar a mi viejo en mi lugar, y a mí en el de Dante, vuelve a definirla. Aunque te lo hayan repetido mil veces, uno finalmente comprende y asume que tu llegada significó en su momento la alegría más grande para otro padre, y que ese viejo con el que cada vez compartes menos (las distancias, las obligaciones...) sintió lo mismo que sientes tu hoy, y te cargó en brazos con el mismo temor de padre primerizo que tú sentiste. Ese cierre de cadena también es un cambio, simplemente porque te pone en tu lugar.

Pero lo más importante tiene que ver con lo perturbador que es volver a experimentar sensaciones desconocidas.

Y claro, a los 36 años uno tiene la seguridad de conocer sus emociones, de ya no sorprenderse con las reacciones propias, de tener definido y acotado el propio "mapa emotivo". Uno ya ha vivido su rabia, su miedo, su alegría... Uno ya se enamoró por primera vez y vivió también el desamor; uno ya ha sufrido pequeños éxitos y no tan pequeñas derrotas. En fin, uno ya se conoce y conoce sus reacciones.

Pero de pronto te encuentras otra vez ante sensaciones nuevas, algo que pensabas era imposible que sucediera a estas alturas de la vida. Se abre ante ti todo un nuevo mundo para descubrir, y te das cuenta de que el famoso mapa emotivo y sus límites se fueron al carajo.

Cada vez que llego a casa o paso por él a la sala cuna, Dante me ve y una sonrisa le ilumina toda la cara, y yo por un par de segundos olvido todo y me quedo en ese gesto que me congela y me roba el cuore, que me aprieta el pecho y la garganta... Como dice Filio, es tan fuerte que hasta duele mirarlo.

Y por eso con Dante caminamos juntos. Mientras para él todo es nuevo, y va explorando, descubriendo y aprendiendo día a día, yo también transito por un sendero hacia lo desconocido, como un adelantado en un continente poblado de sensaciones por descubrir. Todavía no sé cómo será enojarse con él, o preocuparse cuando se enferme en serio, ni cómo será sentarse a conversar juntos, o acribillarlo a pelotazos...

Cuesta expresar con las limitaciones del lenguaje lo que ha significado esta aventura de la paternidad, explicar que al abrazarlo se alegra hasta el peor de los días. ¿Cómo se pone en palabras que dormir con él sobre tu pecho es volver a dormir con una paz que habías extraviado en el camino?

Quizá la mejor forma que he encontrado para definirlo, es decir que uno siente cómo si se le agrandara al alma.

Apuntes de una noche de enero.

Retomo este blog tras una pausa larga, y como primera acción transcribo una nota que publiqué por facebook a principios de año (el 17 de enero para ser precisos), y que se lee de distinta manera ahora que han pasado los meses... Ya subiré nuevo material.
Un abrazo.

APUNTES DE UNA NOCHE DE ENERO.
Sebastián Piñera habla por la tele mientras yo sigo mordiendo la derrota.

Son muchas las ideas, así que vamos a ver si poniéndolas en papel podemos empezar a decantarlas, aunque sea sólo algunas…

(Aviso desde ya, para los que tengan la generosidad de leer esta nota, que no hay borradores. Se escribe "en limpio", desordenada pero sinceramente).

Duele esta derrota. Y duele más porque la merecíamos. No porque hayamos hecho las cosas tan mal, sino porque, paradójicamente, no hemos sabido hacernos cargo de las cosas que hemos hecho bien.

Chile cambió en 20 años. La antigua clase media austera y educada, con “conciencia de clase” (por ponerlo de alguna manera), ha sido reemplazada por una nueva clase “aspiracional”, con nuevos hábitos culturales y de consumo. Una especie que gusta del Mall, devora teleseries y programas de farándula, y que ha accedido a la Educación Superior en institutos y universidades privadas de medio pelo (académicamente hablando) a costa de endeudarse.

Esa nueva clase media le celebra sus gracias a la presidenta Bachelet, y aunque ayuda con su opinión a la “popularidad” de la señora, es fácilmente seducida por el cuento de “El Cambio”. No les interesa lo colectivo, lo público o lo comunitario, sino que el individualismo a ultranza es su carta de presentación, lo que no es de extrañar cuando han tenido que sobrevivir en la jungla.

Les han repetido tantas veces que lo público es corrupto e ineficiente, que han terminado por creerlo. Y les han dicho que esa corrupción siempre viene desde el Gobierno de turno, que por eso es necesario un “Cambio”. Nada importan los escándalos de corrupción en los Municipios de la Alianza, denunciados por el mismo yerno de Lavín, o protagonizados por Diputados de derecha (como la reelecta Claudia Nogueira). Lo que no está en la tele simplemente no existe.

Tampoco importa el oscuro pasado de la derecha y los derechistas. Parece que en 20 años todo ha prescrito, y recordarles quienes fueron los Cardemil, los Novoa, los Labbé, y los Larroulet, les suena a estar latosamente pegados en el ayer. Eso también lo han aprendido por la tele.

Pero no hay que ser ciegos, ya que es claro que algún mérito hemos hecho para que la ciudadanía nos pase la cuenta. Son muchos los chantas que se han enquistado en el aparato estatal, y negarlo es una boludez. Si bien es cierto que la inmensa mayoría de los que trabajan (trabajamos) en lo público lo hace honesta y lealmente, no es menos cierto que todos conocemos más de un personaje del que nos avergonzamos. Son muchos los compañeros y camaradas que han utilizado lo público para su provecho individual, y no hablo de hechos de corrupción. Hablo de aquellos que se olvidaron de la Política con mayúscula y se creyeron técnicos… Hablo de aquellos tan clase media como uno que accedieron a un cargo en el Estado y rápidamente se cambiaron de casa al sector oriente de la capital, o se las dieron de “gente con mundo” porque conocieron Europa financiados por el Estado. Son los que hoy hablan de "la gente" como si fueran de otro planeta.

También están los otros. Los que no encontraron lugar para desplegar sus fenicios talentos en la Concertación y simplemente se pasaron al “Cambio”, con la esperanza de que ahora si les aseguren un trozo de torta. Estos son los peores.

Pero volvamos al punto. Ante esta nueva sociedad, ante este Chile que ha cambiado, la lógica de los Partidos Políticos ha sido retroceder. Hoy los partidos se conforman más por funcionarios que por militantes, convirtiéndose en espacios cerrados frente a una sociedad cada vez más abierta. Yo mismo me he pasado un rato largo sin poner un pie en mi Partido.

Los Partidos Políticos de la Concertación han sido mal administrados por malas directivas, han consolidado una mala forma de hacer política, han instalado la lógica de los Señores y los Vasallos, y han terminado correteando a muchos hombres y mujeres valiosos fuera de sus muros... Claro que, cómodamente, muchos se han dejado corretear, cayendo en un doloroso pecado de omisión que hoy lamentamos.

Es cierto que los que hoy ganaron no son mejores, pero ganaron con votos y punto. En cuanto a su pasado, simplemente no existe o no se quiere recordar. Como hemos tratado de insinuarlo, nos guste o no, la política (con minúscula) se juega desde los medios, y en eso hemos sido especialmente negligentes. No es culpa de El Mercurio que no tengamos un medio propio.

Tras 20 años la Concertación es la única figura de autoridad que está en la retina, y aunque nos llenemos la boca hablando de lo exitosos que hemos sido, y de lo particularmente brillante que ha sido el gobierno de Bachelet, lo cierto es que mantenemos deudas pendientes en materias tan sensibles como Salud y Educación, además de Vivienda, Protección Social y Seguridad Pública. Todas materias en que se han hecho grandes avances, pero donde las carencias que aun existen se convierten en los sueños de nuestra gente, sueños que evidentemente empalizan más con el “Cambio” que con el Status Quo.

Creer que contábamos con una superioridad moral y ética que bastaba por si misma para vencer a la derecha terminó convirtiéndose en la odiosa crónica de una derrota anunciada. Muchos entendían que la única opción para cualquier chileno decente era votar contra la derecha y, por lo mismo, la elección la ganaríamos pese a las señales en contrario. La primera vuelta había bastado como lección, pero nuestro “Pueblo” tiene memoria, y nos respaldaría una vez más.
Lamentablemente ese “Pueblo” con memoria, con conciencia de clase y generoso al punto de volver a respaldarnos no existe. Se cansó, se aburrió.

Pero hay más errores, que se me agolpan en la testa y que se explican solos. Detalles y no tan detalles que estaban ahí, disponibles para el que quisiera leerlos correctamente. Una verdadera lista de responsables:

Los Partidos de la Concertación, que hicieron de las primarias una burla, farreándose de paso la posibilidad de sentar un mecanismo democrático para la elección de sus candidatos a futuro;

Marquito y sus boys, a quienes ya dedicamos alguna nota, y que han hecho de la irresponsabilidad una forma de vida en política (¡y que ahora además quieren pasar la cuenta por la derrota ante la derecha que ellos mismos cimentaron!), esperemos que existan los huevos para pasarles la cuenta de rigor;

Todo el Comando de Frei, y la campaña de la primera vuelta, una mariconada que el candidato no se merecía (porque digan lo que digan, vaya si fue cojonudo Frei en esta pasada!);

El Gobierno de la Presidenta Bachelet, que nunca entendió que la única evaluación que vale es la que la ciudadanía haría hoy por medio del voto, y que las encuestas de “popularidad” no quedan registradas en los libros de Historia.

Finalmente, todos los cándidos que le compraron cruces al Diablo, pero que se le va a hacer, ¡Si hoy son mayoría!